NÁJERA-SANTO DOMINGO DE LA CALZADA

Llegada a Azofra.

Las botas de este amigo alemán están en las últimas.

Antonio preparando los bocatas de mejillones.

Y Juan desgustándolos.

El "rollo" ó "picota" de Azofra.

Un ratolín de campo atravesando el camino.

Julián ventilando los pies.

Fachada del albergue Casa de la Cofradía del Santo.

Vestíbulo del albergue.

Centro de Interpretación del Camino de Santiago.

Torre de la catedral.

Los chicos del Schalke-04 confraternizando.

1 de septiembre, lunes: (Nájera – Santo Domingo de la Calzada)


Nos levantamos temprano, desayunamos en el centro del pueblo y emprendemos la caminata amaneciendo. Menos mal que hemos desayunado bien porque, para empezar, nos encontramos con una cuesta de más de 1 km que nos sorprende por su dureza. Luego 5 km de repechos más ligeros hasta Azofra. El pueblo está tomado por los peregrinos. En la pequeña plaza con fuente, dos bares y un pequeño supermercado. Las sillas y mesas de la plaza están ocupadas, por lo que nos abastecemos en la tienda y marchamos a un pequeño parque a la salida del pueblo, donde preparamos unos bocatas de mejillones que tomamos acompañados de buen vino, que para eso estamos en La Rioja.

Continuamos la marcha apareciendo enseguida el Rollo de la Justicia, lo que nos indica que vamos por el buen camino. El objeto de los “rollos” o “picotas” era el de servir como indicadores de caminos y sus cruces, aunque también se empleaban para castigar y ajusticiar a los que infringían la ley. El de Azofra procede del s.XVI y está muy erosionado. Seguimos la ruta hasta Cirueña en un contínuo sube y baja sin dificultades, por pistas de tierra de concentración parcelaria muy frecuentadas por camiones que levantan enormes polvaredas.

Cuando llegamos a Santo Domingo, Paco y Miguel, que iban delante como siempre, ya han cogido sitio en la parte alta del albergue más antiguo del Camino, Casa de la Cofradía del Santo, y han hecho la compra. En la cocina preparamos un buen festín con carne al ajillo, paté, ensalada, allioli y vino, que nos lleva a todos derechitos a la siesta.

Hay pocas ciudades tan vinculadas al Camino como ésta, que tiene sus orígenes en el establecimiento aquí de Domingo, natural de la cercana Viloria, con el objeto de asistir a los peregrinos que pasaban, tendiendo un puente sobre el río Oja, construyendo una hospedería que él mismo atendió, así como el tramo de calzada entre Nájera y Redecilla del Camino, entre otros. Fue tal su dedicación a la causa que tuvo el apoyo incondicional del rey Alfonso VI que le proporcionó los medios necesarios. Al morir en 1109 fue surgiendo, en torno a su sepulcro, el burgo que ha ido desarrollándose en la villa actual.

Por la tarde visitamos el nuevo Centro de Interpretación del Camino, inaugurado recientemente. Un espacio dedicado a recorrer el patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad, y a conocer el Camino de una forma virtual e interactiva desde Puente la Reina a Santiago de Compostela. También la catedral y sus defensas, con el sepulcro del Santo (que está en obras) y la hornacina que hace de gallinero de un gallo y una gallina blancos, conmemorando la leyenda en la que se cuenta que un atractivo joven francés que peregrinaba a Santiago con sus padres, rechazó las insinuaciones de una moza, la cuál, despechada, escondió una copa de plata en el equipaje del muchacho y lo denunció por robo. El chico fue juzgado, condenado y ahorcado, pero cuando los padres fueron a recoger su cuerpo, oyeron la voz del hijo diciéndoles que Santo Domingo le había mantenido vivo sosteniéndole por los pies. Rápidamente se presentaron al Corregidor contándole el suceso, a lo que éste contestó, con chanza, que su hijo estaba tan vivo como las aves asadas que iba a comerse. En ese momento los animales se cubrieron de plumas y comenzaron a cantar. De ahí el dicho popular: Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada.

Después de tantas emociones, procede algo más terrenal como un paseo por la ciudad, visita al super para preparar algo de cena y unas cuantas cañas. Pronto a dormir en nuestras privilegiadas camas, hoy individuales.