20090309

SANTO DOMINGO DE LA CALZADA-BELORADO

Salida de Santo Domingo amaneciendo.

Desayuno en Grañón.

El gran Victor

Caminando a traves de campos de rastrojo.

Iglesia de Redecilla del Camino.

Pila bautismal románica de más de 900 años de antigüedad.

Interior de la iglesia.

Victor jugando en un parque de Villoria de Rioja.

Pila donde fué bautizado Santo Domingo de la Calzada.

Interior de la iglesia de Villoria.

Nuestra buhardilla en el albergue de Belorado.

Julián dando un cursillo sobre allioli.

Antonio, Miguel y Paco tomándole el punto a la sangría.

En el patio del albergue.

La morcilla de Burgos buenísima.

Que no falte de ná.

El cocinero.

El costillar.

Parte del equipo.

Vista del grupo.

Un Paco, otro Paco, Eusebio y Julián, reunión de murcianos. Buena gente.

Sobremesa relajada tras la suculenta cena.



2 de septiembre, martes: (Santo Domingo de la Calzada – Belorado)


Madrugamos bastante y comenzamos a caminar aún de noche. Pasamos el puente sobre el río Oja y los 6 km hasta Grañón los hacemos en un plis-plas. Tenemos hambre, no hemos desayunado. Al salir tan temprano encontramos todo cerrado.

Grañón es el último pueblo de La Rioja (el primero según el dueño del bar-tienda donde desayunamos) antes de entrar en Castilla por la provincia de Burgos, y data del s.X. Conocemos a Víctor, un niño de ocho años que, junto con su madre, vienen haciendo el Camino en bicicleta desde Logroño. Tomamos un tentenpié charlando con el resto de la tropa allí concentrada, compramos pan, embutidos y vino para almorzar más tarde y reanudamos la marcha. Miguel y Paco salieron antes y ya no los veremos hasta Belorado.

Unas veces bordeando y otras atravesando rastrojos de cereal, recorremos los 5 km que nos separan de Redecilla del Camino, primer pueblo jacobeo de Castilla y León, donde almorzamos en unos bancos a la entrada. Redecilla tiene sus orígenes en el año 1028 y fue un asentamiento de inmigrantes francos. En su iglesia se puede admirar la pila bautismal románica más antigua que se conoce, es del s.XII.

Continuamos por terrenos idénticos de falso llano en ligero ascenso y a los 3 km entramos en Viloria de Rioja, patria chica de Santo Domingo. Visitamos su iglesia, donde se encuentra la pila en la que fue bautizado el santo, y descansamos un poco. Se sienta con nosotros un señor mayor con el que hablamos un rato, contándonos que lo más lejos que ha salido del pueblo fue una vez que se desplazó a Logroño, y pregunta, muy intrigado, el motivo por el que hacemos esto: caminar con un mochilón a cuestas. Nos ha debido ver muy perjudicados en todos los sentidos.

Saludamos a Víctor y a su madre que están descansando y jugando en un parque, y seguimos la ruta alternando caminos y algo de asfalto, pero sin ninguna dificultad. El problema son las ampollas que me tienen los pies en carne viva, y cualquier piedrecilla que piso me parece un clavo.

A la entrada de Belorado encontramos un bar-restaurante-hotel con terraza y sombrillas, hace un día muy caluroso, plomizo, y se impone un concurso de cañas a ver quién toma más y más deprisa. Menos mal que el albergue está cerca. Vamos al “Cuatro Cantones”, un edificio antiguo de varias plantas, con gruesas vigas de madera y un gran patio con piscina y barbacoa, ubicándonos en la buhardilla en la que Paco y Miguel se disponen a dormir la siesta. Julián y yo nos damos un chapuzón en la piscina donde están bronceándose las chicas Lucía, Aldara y compañía, también los muchachos alemanes del Schalke 04 que han tomado más cervezas que nosotros, y se les nota. Luego, mientras los demás duermen, recorro el pueblo buscando una farmacia y como algo ligero. Esta noche tenemos una gran barbacoa aprovechando las instalaciones de este estupendo albergue y hay que reservarse.

Somos muchos, así que aportando una pequeña cantidad de dinero cada uno, hacemos una abundante compra: costillar, morcilla de Burgos, chorizo de la tierra, …….., todo regado con una potente sangría y acompañado por el inigualable allioli que hace Julián. Gustó tanto, que una chica holandesa vegetariana que no lo conocía, acabó comiendo un bocata de sólo allioli. Demasié p’al cuerpo.
Ni que decir tiene que de ahí al cubil, con los tapones de los oídos bien apretados porque los ronquidos se van a oír hasta en Burgos esta noche.

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