20090309

ZUBIRI-PAMPLONA

Edificio multiusos

Frutas del bosque

Caminando rodeados de vegetación

Antonio aligerando peso y contribuyendo a la humedad del bosque

El lugar invita a la lectura y el relax


Juan

El almuerzo

Antonio y Fernando

Villava. Uno de sus magníficos edificios

Platicando con Maitexu

Nos reciben las imponentes murallas de Pamplona

Entrada a la ciudad por la Puerta de Francia

Atrio del albergue Jesús y María

Fernando en la zona de literas

La zona de literas desde el primer piso

Vista parcial de la cocina

La bodega de Hemingway. Son muchos los lugares en Pamplona que recuerdan al escritor.

"El rincón de Hemingway" en la cafetería Iruña.

Calle Estafeta

Fernan, Paco, Antonio, Julián y Juan frente al ayuntamiento




26 de agosto, martes: (Zubiri – Pamplona)


Hemos dormido plácidamente en una habitación los seis, nadie nos ha molestado y nos levantamos pronto, preparamos los bocadillos para el almuerzo y hacemos un desayuno largo, así que nos demoramos un poco en iniciar la marcha. Miguel quiere preservar su tobillo y se va por la carretera, Julián le acompaña y los demás lo hacemos por el camino.

Al poco pasamos junto a una explotación de magnesita en cuyo entorno se notan los vertidos, pero pronto volvemos a acompañar durante su curso al río Arga disfrutando de un paisaje magnífico. Vamos dejando atrás lugares como Ilarraz, Esquíroz, Irure, Larraosaña, Aquerreta, . . . . , nos reagrupamos y paramos a almorzar en una zona de descanso junto al río: pradera de césped, bancos, mesas de madera y barbacoas (precintadas para evitar incendios).

Continuamos por una senda sinuosa que se eleva sobre el río hasta llegar a la autopista que se atraviesa por un paso subterráneo, luego se gira a la derecha por una pista forestal y, tras cruzar el puente medieval de seis arcos que une ambos márgenes del río Ulzama, afluente del Arga, se alcanza el convento de la Santísima Trinidad de Arre (Hermanos Maristas), hospital de peregrinos en el s.XI. Aquí comienza Villava, patria chica del gran Indurain, que atravesamos completa por su avenida principal admirando los magníficos edificios que nos rodean, algunos convertidos en centros oficiales, llegando a Burlada que está fusionada con Villava. Hace mucho calor y se impone un descanso.

Miguel y Paco, que desde el almuerzo han caminado por la carretera, van delante y Julián, Fernando, Antonio y yo nos paramos en la terraza de un bar con grandes parasoles rojos de cerveza Damm, allí nos atiende Maitexu, oriunda que no parece muy desenvuelta con eso de la cocina pero sí es buena conversadora, y al saber que somos de Alicante, nos comenta lo harta que está del clima de su tierra y lo que le gustaría irse a vivir al Mediterráneo, relatando lo bien que lo pasó trabajando en Ibiza y en otros puntos de la costa.

Tras reponer fuerzas con unas enormes albóndigas y abundante cerveza muy fría, continuamos hacia Pamplona (Iruña). Cruzamos el río Arga por el puente medieval de la Magdalena, atravesamos un parque y nos topamos con las majestuosas murallas de la ciudad pasándolas por el portal de Francia, no sin antes aprovechar el agua de unos aspersores que regaban el césped para refrescarnos.

Paco y Miguel nos estaban esperando en el albergue de Jesús y María recién inaugurado. Una iglesia desacralizada cuyo atrio central es sala de exposiciones y en los laterales hay dos plantas de literas, tiene unos buenos baños y servicios complementarios estupendos: cocina magníficamente equipada, lavadoras y secadoras gratis, internet, amplio patio con bancos para leer o descansar, etc. En fin, un moderno y funcional albergue que será difícil superar. Ojala sepamos cuidarlo.

Tras la siesta y la colada una vuelta por la ciudad y sus lugares más típicos del centro: catedral, calle Estafeta, plaza del Castillo, cafetería Iruña (donde Hemingway tiene su rincón), ayuntamiento, cuesta de Santo Domingo, los corralillos, ……, y a cenar al bar La Viña, que nos recomiendan en el albergue y que yo ya conocía por haber comido y cenado allí con anterioridad, pero ha cambiado mucho y para mal, no tiene nada que ver con aquel bar alegre y con buena comida, ahora es un lugar serio, yo diría que triste, sin bullicio, en el que atienden sin convicción. Defraudante. Se le retira la recomendación.

Después de cenar, paseo relajante hasta el albergue. A pesar de estar cansados no apetece retirarse por el agradable ambiente que nos rodea, pero hay que madrugar. Un güisquito rápido en la cocina y a roncar   ¡¡ Sálvese quién pueda !!

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