20090309

BELORADO-SAN JUAN DE ORTEGA

Salida de Belorado. Puente sobre el río Tirón.

Seguimos caminando por campos de cereal segado.

Nos acercamos a los Montes de Oca.

Comienza la ascensión. Detrás la iglesia de Santiago en Villafranca Montes de Oca.

Un mirador a mitad de la ascensión.

Cima del puerto de la Pedraja.

Flores silvestres.

Bajada hacia San Juan de Ortega.

Señales que nos marcan el camino correcto.

Julián cuidando los neumáticos.

San Juan de Ortega. El primer edificio de la izquierda es el albergue, a continuación el monasterio y al fondo la iglesia.

Sepulcro del santo.

Victor jugando con la perra "Nana".



3 de septiembre, miércoles: (Belorado – San Juan de Ortega)

Desayunamos pobremente en el mismo albergue y comenzamos a caminar otra vez al amanecer. Cruzamos el puente sobre el río Tirón y al poco tiempo arribamos a Tosantos, luego a Villambistia y seguidamente a Espinosa del Camino, subiendo y bajando suaves pendientes hasta llegar a Villafranca Montes de Oca, donde paramos a reponer fuerzas para afrontar la larga y dura subida al puerto de La Pedraja. Hemos caminado 12 km sin parar y necesitamos un descanso. Lo hacemos en un bar a la entrada del pueblo, en una pequeña explanada, donde nos atienden muy bien y, además, tienen nuestra querida cerveza Estrella de Galicia, regalándonos unos sombreros impermeables de publicidad que nos vendrán muy bien al día siguiente para la lluvia.

Tras el yantar recuperador, atravesamos el pueblo e inmediatamente comienza el pronunciado ascenso al Alto de La Pedraja (1150 m.) que tiene varias cotas de intensa dificultad, suavizándose en la parte más elevada. Llegamos a la cima donde hay una zona de descanso y un monumento a los fusilados en la Guerra Civil. Julián y yo paramos un rato y los demás continúan, ya no los veremos hasta el albergue. Los 8 km de bajada hasta San Juan se hacen por un buen camino entre pinares, aunque algo monótono.

Juan de Ortega nació en 1080 en Quintanaortuño, ordenado sacerdote, marchó a Jerusalén y, a su regreso, colaboró con Santo Domingo en la construcción de hospitales, calzadas, puentes e iglesias, y en la atención a peregrinos. El templo que lleva su nombre fue fundado por el mismo San Juan, es románico y en él se encuentra el sepulcro del santo. La reina Isabel la Católica peregrinó hasta aquí por su infertilidad después de siete años de matrimonio, atraída por la fama de San Juan como abogado de la esterilidad y, agradecida, mandó edificar la capilla de San Nicolás de Bari donde se produce el Milagro de la Luz, que más bien es un fenómeno natural. Dos veces al año, en los equinocios, el 21 de marzo y el 22 de septiembre a las 17,07 (hora solar), un rayo de sol penetra por la ojiva de la fachada de la iglesia y va iluminando, durante 10 minutos, las escenas de la Anunciación, Nacimiento, y visita de los Reyes Magos, produciendo un efecto misterioso.

En el caserío no hay más, salvo un bar y un hotel rural regentados, junto con el albergue, por la misma familia. Como no hay nada que hacer, decido visitar los yacimientos prehistóricos de Atapuerca y espero el autobús que vendrá a las 17,oo horas. Tiene unas 50 plazas y está fletado exclusivamente para que los peregrinos que se quedan en San Juan, Agés y Atapuerca, como están de paso, puedan ir a los yacimientos sin tener que concertar día y hora, pero, para mi sorpresa, el dueño del hotel ha reservado las 10 plazas que le tocan a los peregrinos de San Juan, para los “turigrinos” que se hospedan en su establecimiento, así que me quedo con las ganas. Otra cacicada más de este Camino Francés en el que, a veces, se suceden los abusos.

Pues nada, alguna cervecita y charla con un peregrino de Mallorca que viaja acompañado de su perra “Nana”, con la que Victor se pasó la tarde jugando. Luego a cenar un suculento bocata de tortilla y pronto a dormir. Mañana llegaremos a Burgos, fin de nuestro viaje por este año.

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